La vida para la civilización Maya se regía por su interacción con el conocimiento del cosmos, guiaba sus actividades diarias, como las relacionadas con la siembra y cosecha, al igual que sus ceremonias. Al centro de todo, se encontraba el árbol sagrado, la Ceiba.  

Al plantearse la idea del Gran Museo del Mundo maya, era importante crear un edificio emblemático con una expresión contemporánea, que al mismo tiempo manifieste que la cultura Maya es una cultura VIVA. 

Este proyecto nace de dos conceptos fundamentales de la cosmogonía Maya: la creación del mundo a partir de tres piedras y el árbol sagrado de la Ceiba cuyas raíces penetran y conforman el inframundo, recinto de los muertos. En el nivel del tronco se encuentra la tierra, donde se desarrolla la vida; y finalmente la fronda, morada de los dioses, extiende sus ramas hacia el cielo y la trascendencia humana. 

La cultura Maya florece a la sombra de la Ceiba, un elemento natural y a la vez sagrado, presente desde tiempos inmemoriales hasta nuestros días.

Este edificio honra la identidad del pasado que nos constituye, la gran civilización Maya a través de sus logros y sus creencias, al mismo tiempo se presenta como un espacio innovador, que rompe paradigmas en el diseño tradicional, lo que le permite destacar de su entorno. 

El Gran Museo del Mundo Maya celebra y nos permite encontrarnos con la raíz más fuerte de la identidad yucateca y también es un recuento de cambios y transformaciones, de la movilidad y las migraciones, de las mezclas y las adaptaciones. Es la savia joven que ha nutrido la ceiba. 

Una gran plataforma desplanta al Museo como el nuevo centro ceremonial de la cultura Maya, revestida con piedra de la región, representa las raíces y el material de nuestra tierra.  Conforme se va subiendo, escalón tras escalón, la perspectiva cambia y los edificios se van descubriendo, recreando la sensación de asombro producida por los sitios mayas. 

Haciendo alusión a las Tres piedras de la creación del universo maya, se levantan tres piezas (salas de exposición, tienda-restaurante y área de niños) construidas con paneles precolados de concreto, nuestra piedra contemporánea, que conforman el nivel de la vida cotidiana bajo la sombra de la Ceiba. Los faldones de precolados rinden homenaje a los templos mayas con sus proporciones y cumplen diferentes funciones: durante el día sombrean las circulaciones y los muros, evitando así la ganancia térmica en las salas de exposición y por las noches se convierten en grandes pantallas para las proyecciones del espectáculo multimedia (YUCAMA’YA’AB).

El volumen que conforma la fronda de la Ceiba, ubicado sobre el eje oriente-poniente, se materializa con acero y cristal, materiales que marcan la tendencia hacia el futuro. Este elemento alberga los espacios de promoción y discusión del legado y trascendencia de esta cultura milenaria. El follaje se extiende hacia el cielo, enviando un mensaje de desarrollo y evolución.

El primer Museo Interactivo de Cultura

Considerado como el primer Museo interactivo de cultura que se construye en México y probablemente en Latinoamérica; vincula y muestra de manera continua el pasado arqueológico con las culturas vivas y otorga a una lengua indígena el reconocimiento de idioma oficial. 

La obra forma parte de un Proyecto de Turismo Cultural en el estado de Yucatán. Es el primer proyecto en Yucatán y primer Museo en el país realizado bajo el esquema de Asociaciones Público-Privadas, conocido en nuestro país como Proyectos para la Prestación de Servicios (PPS). 

En el campo del diseño arquitectónico se hace énfasis en el abordaje universal, tomando en cuenta todos los tipos de público o visitantes (niños, estudiantes, mujeres embarazadas, personas de la tercera edad, personas con discapacidad), así como a los trabajadores y personal administrativo y de mantenimiento, que no suelen ser considerados en el diseño.

Se plantea un edificio de usos multifuncionales, adicionales a las áreas de exposición, con independencia para tales efectos. Las plazas, patios, áreas de esparcimiento, restaurante y sala Mayamax pueden estar abiertos en horarios diferentes, promoviendo la vida constante del Museo. Se favorece la apropiación del espacio a través de sus áreas y jardines exteriores, generando zonas públicas que terminan por convertirse en parte de la ciudad. 

El programa arquitectónico incluye, de manera general: salas de exposición permanente y temporal, un módulo de información, taquillas, restaurante, terraza para eventos, área de relaciones públicas, tienda de recuerdos, estancia de niños, salón de usos múltiples, sala de cine de gran formato con dulcería, estacionamiento, bodegas y áreas de servicios.

Se espera que este museo sea una herramienta clave para remarcar y difundir la identidad y los alcances de nuestros ancestros a nivel internacional, incentivando el reconocimiento de la cultura maya e incentivando el turismo para quienes quieran conocer de primera mano la riqueza de nuestra historia. Por lo tanto, se debía trabajar de forma estratégica y coordinada para cumplir y rebasar las expectativas de esta obra. 

El terreno que contiene el museo, tiene una dimensión de poco más de dos hectáreas de superficie y 285 metros de frente. Se ubica en el corazón de un importante subcentro urbano al norte de la ciudad de Mérida, en medio del flujo natural entre plazas comerciales y espacios de entretenimiento, reactivado el desarrollo de la zona con la construcción de este edificio multifuncional. 

El  proyecto procura la mayor cantidad de espacios con ventilación e iluminación natural y sistemas pasivos de confort. El vestíbulo principal, cobijado y sombreado por “la Ceiba”, conforma un vacío interior que articula los distintos niveles y está climatizado naturalmente.